MUJERES QUE MARCAN Y LA RESACA DEL 8M
Me emocioné en la presentación. A la hora de explicar por qué había decidido involucrarme en el proyecto, se me puso un nudo en la garganta que sólo se deshizo a costa de unas lágrimas, muchas risas y el cariño de mis compañeras (gracias!) y de todos los presentes. Y es que hay temas que tocan lo más profundo de una…
Soy vasca, aunque por mis venas corre abundante sangre gallega. Dos tierras donde el papel de la mujer ha sido (y es, como en casi todos los sitios) fundamental para el desarrollo familiar, social y económico de su entorno. He conocido el matriarcalismo en primera persona, un matriarcado de fondo, que no de cara. Un matriarcalismo, donde ellas han trabajado, pensado, discurrido y actuado para salvaguardar a la familia (y sobre todo a los hijos); donde ellas han tomado las decisiones porque ellos estaban ocupados en otras cosas, o porque las circunstancias de la vida les han llevado lejos de casa para ganarse el pan.
He visto a mi madre tirar adelante sola en el día a día de tres hijos pequeños (y luego adolescentes) mientras mi padre pasaba largas temporadas fuera de casa, enrolado en los buques de Salvamento Marítimo. A mis abuelas, mujeres de pescadores, trabajar como burras dentro y fuera de casa y aguantar lo indecible. A mi tía, una mujer inteligente y capaz, dejar los estudios aún niña para ayudar a mi abuela en la pescadería, y nunca volver a encontrar la fuerza en si misma ni el apoyo externo para poder sentirse realizada en esa faceta de su vida… Estos son ejemplos cercanos en mi entorno, pero como estos casos hay miles, seguro que todos/as conocéis alguno. De la experiencia de todas ellas saqué una conclusión: asegurarme una independencia económica era lo único que me iba a dar libertad para tomar mis propias decisiones sin depender de terceros. A ello ayudó, sin duda, el empuje decidido y el apoyo incondicional de mis padres, en especial de mi madre, para que estudiara y tuviera una formación que me permitiera ser feliz y ganarme la vida con aquello que más me gustara.
Puedo decir que, a día de hoy y en general, he vivido sin sentirme diferente, menospreciada, ni minusvalorada por el hecho de ser mujer. En estos ya 44 años podría mencionar algún ejemplo negativo y situaciones desagradables con actitudes machistas. También yo he tolerado o pasado por alto cosas que quizás ahora con más años, más sabiduría, y más serenidad y seguridad no obviaría. Aún así y siendo sincera, he de decir que salvo contadas y desagradables excepciones, me he sentido reconocida en lo profesional y querida en lo personal. Y cuando no lo he sentido así, he cogido mis trastos y me he ido a otro lugar.
He tomado mis decisiones, algunas complicadas, desde la libertad que me ha dado esa independencia económica, y desde la convicción interna de que pasara lo que pasara, podría salir adelante por mis propios medios, aunque en ese momento no los tuviera. Si algo tengo es que soy tenaz y que jamás he dudado de mis posibilidades para lograr mis objetivos. Siempre hay días en los que crees que no puedes, momentos y hasta etapas de bajón, pero tengo espíritu de “gota malaya” innato, y una capacidad de resilencia a prueba de casi todo.
Lamentablemente, no todas las mujeres pueden decir lo mismo. Siglos y siglos de condicionamientos sociales y culturales, de intereses políticos y económicos, se han llevado por delante la confianza en si mismas de muchas de nosotras, el convencimiento de que sabemos, de que podemos. Y de que si no sabemos ni podemos, siempre está la posibilidad de pedir ayuda, que otras han pasado antes por eso, que saben la receta, la manera… y que eso no nos hace más débiles, sino más grandes y más fuertes.
Los acontecimientos vividos este 8 de marzo me llevan a pensar que hemos alcanzado un punto de inflexión como sociedad. Creo que el simbolismo de esta huelga es indiscutible. Ha sido un BASTA YA gritado al unísono por millones de personas, hombres y mujeres. Ha sido un ES URGENTE tomar medidas, hacer cambios, propiciar encuentros y soluciones, plantear nuevas relaciones y estructuras de poder lejos del patriarcado imperante. Sinceramente creo que no se puede seguir mirando a otro lado con este ánimo en la calle y espero y deseo que tanto instituciones, como el sector empresarial y nosotros mismos en nuestras casas y en nuestro entorno cercano, seamos conscientes de que tenemos que estar a la altura.
Fue emocionante ver el alcance de las movilizaciones en la calle, así como su repercusión a nivel internacional. Sobre todo fue precioso y esperanzador ver el carácter festivo y alegre de las mismas. Soy de las que piensan que es más inteligente plantear todos estos cambios necesarios y urgentes desde una actitud constructiva, positiva, reclamando lo que es justo, educando, tendiendo puentes y facilitando el escenario. Aún así, hay aspectos que son innegociables e irrenunciables y que hay que defender a capa y espada, en especial los comportamientos violentos, los asesinatos de mujeres, y otras actitudes intolerables en una sociedad moderna y evolucionada que respeta a los seres humanos que la integran independientemente de lo que sean y cómo sean.
También creo que el problema de la desigualdad en cualquiera de sus variantes es un cáncer social, y social es también el alcance de las soluciones. Todos, hombres y mujeres, estamos implicados en llegar a un acuerdo tácito que nos permita relacionarnos de forma respetuosa y equitativa para con todas las partes. Es necesario replantearse la estructura de jerarquías, y en todo ese proceso la educación es básica. Ningún ser humano nace siendo machista, no es algo que se lleve incrustado en el ADN, no existe predisposición biológica sino un comportamiento aprendido, de herencia cultural y social. La educación siempre, como base de todo, como solución a todo. Ya lo decían en la Bola de Cristal: “Si no quieres ser como éstos, lee!”
En este contexto llega a mi vida el proyecto deMujeres que Marcan . Lo hace en un momento muy concreto, en medio de situaciones en las que he tenido que recordarme a mi misma varias veces, y por diferentes motivos, que quien decide sobre mi vida soy yo, y nadie más que yo. Mi participación en este proyecto es mi respuesta personal y mi compromiso con toda esta situación. Soy muy consciente de que no todas las mujeres han tenido las mismas posibilidades que yo he podido disfrutar, y creo que es mi obligación hacer algo por las que no pueden, por las que no tiene voz, o se sienten tan pequeñas y tienen tan poco fuerza y confianza en si mismas que el sólo hecho de pensar en levantar la mano les abruma. Quiero trabajar para que otras muchas mujeres tengan la ayuda, el apoyo, el conocimiento y la información necesaria para decidir dar pasos adelante por ellas mismas. Como dije en la presentación, quiero que mis hijos, ambos varones, tengan claro que tenemos todo por decir y por hacer, y que cualquier mujer que pase por su vida es un ser humano con las mismas capacidades, sentimientos, miedos, aciertos y errores que los que puedan tener o sentir ellos.
En la resaca de este 8 de marzo iniciamos un camino precioso que no sabemos a dónde nos llevará. De momento, la siguiente parada es el próximo 26 de mayo en el Palacio de Congresos de Palma en el I Foro Mujeres que marcan, un encuentro en torno a cuatro mesas de debate en el que compartiremos y experiencias y celebraremos lo que somos.
El resto está por venir, y por vivir.
P.D: Quiero dedicar este post a todas esas mujeres que han marcado en mi vida, a todas esas que me han dejado huella, que me han enseñado, que me han puesto luz en el camino y lo siguen haciendo: a mi tía, a mis abuelas, a mi hermana, y en especial a mi madre, a la que jamás le he dicho lo que la admiro... También a mis compañeras de esta loca aventura: María, Coco, Merirous y Mª José, sois la caña y estoy orgullosa y agradecida de disfrutar esto con vosotras.
Las fotos que ilustran este post son obra y cortesía de Maria Rosa Martín Benito - Merirous Blyton Photography